viernes, 23 de abril de 2010

J. R. RIBEYRO NO CULMINÓ "EL ABOMINABLE"

Un año después de su muerte, el 3 de diciembre de 1995, el diario norteño La Industria publicó El Abominable, el único avance que se conoce de este volumen, recogido luego en Ribeyro, la palabra inmortal (Tierra Nueva, 2008), de Jorge Coaguila, y recientemente en la edición definitiva de La palabra del mudo (Seix Barral, 2009).

El Abominable narra la historia de dos antiguos amigos convencidos de que el Hombre de las Nieves habitaba no en el Himalaya, sino en los Andes centrales del Perú, exactamente en la cordillera de la Viuda. Según sus especulaciones, El Abominable se sentía más tranquilo en un nevado peruano que rodeado de mil millones de chinos. Así que, provistos de carabinas, ropas de abrigo y botiquín de primeros auxilios, parten en su búsqueda, en un recorrido accidentado. El relato termina cuando los amigos instalan su carpa en tierra yerma, en las faldas de cumbres nevadas, y sienten que en ese momento empezaba la verdadera aventura.

Los originales de El pedestal sin estatua deben andar revueltos entre los papeles del escritor. A ochenta años de su nacimiento y a quince de su muerte, no sería mala idea publicarlos en un volumen. Quienes hemos leído El Abominable y quedamos, como se dice coloquialmente, con la miel en los labios, quedaremos eternamente agradecidos.

1 comentario:

  1. EL ABOMINABLE, cuento inconcluso de Julio Ramón Ribeyro

    Por: Pablo Nicoli Segura.

    He leído el cuento de Ribeyro, El Abominable, narración presentada por Seix Barral 2009, Cuentos Completos, tomo II.
    La narración de 5 páginas me ha parecido un cuento extraño y promedio, dentro de la producción del autor. Extraño, porque no es frecuente encontrar el tema aparentemente ilógico y hasta irrazonable en la voluminosa cuentística de Ribeyro, salvo claro está La Insignia. Ojo que no empleo el término “fantástico” pues ese es otro tema muy aparte y ligado necesariamente con lo sobrenatural e inexplicable, lo que no es. Promedio pues, muy aparte de que la narración esté inacabada, mantiene a lo largo de su argumentación natural, una muleta reiterativa en cuanto a pretender avalar la idea de un Abominable Hombre de las Nieves Andino. El narrador hasta en tres ocasiones trata de justificar gracias a las investigaciones de Marcos -uno de los protagonistas- sobre la presencia del monstruo en los andes peruanos. Esto no es común en otros escritos del autor, quién nos tiene acostumbrados a que en uno o dos renglones explica y le otorga lógica a las situaciones más absurdas o disparatadas. Es como si el propio Ribeyro no encontrara la justificación necesaria a un tema algo jalado de los pelos.
    Ribeyro trabajó en la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga –Ayacucho- en 1958/1959 y probablemente fuera la época en la que escribió este cuento motivado, entre otras cosas, por la belleza natural de la sierra andina: Fue un proyecto memorable. Marcos y yo teníamos la impresión de estar hollando el techo del mundo (*).
    Además desde 1951 a 1958 hubo diferentes publicaciones en diarios chilenos y argentinos que daban cuenta de una noticia espectacular, la supuesta presencia de un Abominable Hombre de las Nieves Andino en el macizo montañoso llamado Macon, de 6700 metros de altitud. Noticia que se propagó rápidamente por otros países vecinos como el Perú (**).
    Pero la pregunta de fondo es ¿por qué Ribeyro no llegó a publicar en vida y, sobre todo, a terminar el cuento en cuestión? Hay quienes afirman que el cuento era el inicio de una futura novela del autor que al parecer se traspapeló entre sus idas y venidas al extranjero. Incluso se dice que esa novela ya tenía título –que no era el mismo del cuento-: El pedestal sin estatua.
    Por otro lado el escrito Edgard Allan Poe en su novela: La narración de Arthur Gordon Pyn, igual que Ribeyro, en su cuento, deja el final inconcluso. Además lo hace cuando el narrador nos dice: "Entonces nos precipitamos en el seno de la catarata, que se entreabrió como para recibirnos. Pero he aquí que, a través de nuestro camino, se alzó una figura humana de proporciones mucho mayores que las de ningún habitante de la tierra, con el rostro velado; el color de su piel tenía el blanco purísimo de la nieve..." ¿Casualidad?
    Creo que el cuento de Ribeyro se merece el concurso de un escritor talentoso que pueda concluir el relato original y darnos la posibilidad de cerrar una historia ficticia. Lo mismo hizo Julio Verne con su novela La Esfinge de los Hielos, narración que le dio final al relato inconcluso de Pym (E.A. Poe), que ya citamos líneas arriba.

    (*) Del cuento El Abominable, de Ribeyro.
    (**) Ref: Diario La Gaceta de Santiago, mayo de 1958.

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