viernes, 26 de febrero de 2010

Jorge Eduardo EIELSON entrevistado por Julio Ramón RIBEYRO

J.R.R. — El caso de «poetas pintores» no es tan raro como puede parecer. Tenemos a Miguel Ángel, a Víctor Hugo, a Henri Michaux y, entre nosotros, a Eguren, según creo recordar. Con la publicación de El cuerpo de Giulia‑no ¿te incluirías dentro de esa familia espiritual de «poetas­pintores»?

J.E.E. — Incluirme al lado de Miguel Ángel, Víctor Hugo o Eguren me parecería de una presunción realmente enorme, aun­que fuera el más humilde de sus descen­dientes. Por otra parte, la pregunta no me parece pertinente en cuanto yo no soy «poeta‑pintor» ni «pintor‑poeta», y nunca he comprendido este término. En una cierta época que no duró sino unos diez años, escribí poemas y me llamaron poeta. Y en otra posterior me dediqué a las artes visuales y no escribí poemas ni ningún texto realmente «literario». Sólo en un cortísimo periodo estas dos actividades han coincidido, precisamente entre los años 48 y 52. Además, corno tú sabes, he escrito artículos para periódicos y no soy periodista. He escrito algunas piezas de teatro y no soy dramaturgo. Hago tam­bién escultura y no soy escultor. He escrito cuentos y no soy cuentista. Una novela y media y no soy novelista. En 1962 com­puse una Misa solemne a Marilyn Monroe, para banda magnética, y últimamente pre­paro un concierto y no soy músico. Como ves no soy nada.

J.R.R. — ¿Crees tú que el tener un doble oficio sea una ventaja o una debilidad? Quiero decir que corres el riesgo de no ser toma­do en serio en ningún bando y ser califica­do de «poeta» por los pintores y de «pin­tor» por los escritores.

J.E.E. — Me tienen sin cuidado los calificati­vos de los funcionarios de la palabra o de la paleta. En cuanto a ser tomado en se­rio, nada podría ser peor, puesto que yo mismo no me tomo en serio y me siento muy bien así. Puede ser tal vez una debili­dad tener un doble oficio pero como yo no tengo ninguno… A lo más se podría decir que ejerzo una actividad múltiple, entre las cuales, desde hace catorce años, no incluyo la literatura, salvo algunas no­tas sobre artes visuales.

J.R.R. — Tengo un gran respeto por tu pudor, quiero decir por no hablar jamás de ti mismo, de tu pasado, de tus problemas personales. Me parece advertir, sin embar­go, que en este libro te refieres precisa­mente a tu infancia en la selva del Perú. ¿Qué hay de cierto en ello?

J.E.E. — Como tú sabes sin duda mejor que yo, todo es cierto en el mundo de la ficción, y muy poco en la realidad. No he pasado mi infancia en la selva ni mucho menos, sino sólo un periodo durante el cual tomé la costumbre de pasar las vacaciones del colegio en una propiedad familiar de la ceja de montaña. El resto de mi tiempo, hasta mi partida a Europa, lo he pasado en el agua. Mar y piscinas. El agua es el elemento que mejor conozco, como buen limeño.

(De una entrevista realizada en París en 1972 por Julio Ramón Ribeyro a propósito de la publicación del libro El cuerpo de Giulia del poeta Eielson en la editorial mexicana Joaquín Mortiz. Tomado de: La casa de cartón. Revista de cultura. OXY. Lima, verano-otoño de 1995. II Época Nº 6).




jueves, 25 de febrero de 2010

Última entrevista a Julio Ramon Ribeyro


Una de las pocas entrevistas concedidas por Julio Ramón Ribeyro. Se dio después de haber obtenido el Premio Juan Rulfo. Siempre junto a su inseparable cigarrillo.

¿Por qué "La Palabra del Mudo"?

El alcalde Luis castañeda Lossio explica en su discurso el significado de lo que muchos de nosotros nos preguntamos alguna vez: ¿Por qué "La Palabra del Mudo"?

Vivian Abenshushan publica libro sobre perfil de Julio Ramón Ribeyro

Primera vez que Vivian Abenshushan –escritora, ensayista, blogguer y editora mexicana– pisa tierras peruanas, aunque la ha visitado innumerables veces a través de su narrativa. Y de esos territorios literarios limeños, el que domina a la perfección es el del escritor Julio Ramón Ribeyro (1929-1994).

Hace 15 años que Abenshushan descubrió “Solo para fumadores”, un cuento de Ribeyro publicado en una revista literaria de escasa circulación, Biblioteca de México.

“Ese ensayo me convirtió a la secta riberiana. Sentí una gran identificación por su vocación fumadora (entonces, yo fumaba hasta dos cajetillas diarias), pero sobre todo su pasión por la literatura, que lo convirtió en un escritor nómada, dispuesto a renunciar a todo por la literatura”, comenta.

Ella empezó a perseguir en el DF lo casi nada que había de libros de Ribeyro. “Como todo autor de culto, lo leí en fotocopias, tras una investigación detectivesca para dar con sus libros durante años”.

Armando el libro

El año pasado, la editorial independiente Nostra le propuso que trabajara un autor para la colección Para entender, que divulga en México la vida y obra de diversos escritores latinoamericanos a través de biografías literarias.

La pregunta que siempre ronda sobre Ribeyro es por qué no se le conoce tanto, si calidad le sobraba. “El origen está en su propia personalidad: él decidió vivir al margen de sus contemporáneos del boom latinoamericano; por su timidez, orgullo e idea de la escritura, rechazaba la imagen del escritor como figura pública. Y él era la antípoda de Carlos Fuentes”, comenta.

Otro tema, dice Abenshushan, es que pese a ser un escritor de estilo transparente y profundo, practicó géneros poco cotizados en las bolsas de las grandes editoriales, como el cuento y otras formas poco convencionales, (re)inventados por él mismo, como las prosas apátridas, los fragmentos de diario o los dichos.

El alcalde de Miraflores Manuel Masías entregó al hijo del escritor Julio Ramón Ribeyro, la Medalla Póstuma de Miraflores

“Lo que mi madre y yo queremos es que se difunda la obra de mi padre en los lugares donde no es conocido, aunque se le considera un clásico, y como tal debería de estar en la mayor cantidad de países posibles”, comenta Julio Ramón Ribeyro Cordero.

El hijo del literato llegó al Perú después de cuatro años para recibir la Medalla Cívica de Miraflores que póstumamente otorgó ayer ese distrito a su padre y también para develar la placa del auditorio principal del remozado centro cultural Ricardo Palma, el cual de ahora en adelante llevará el nombre del celebérrimo autor.

Julio Ramón hijo, quien radica con su madre en París, explica que “es difícil” decir que en 2010 se editarán todos los libros agotados de su padre, conocido por ser muy reservado, casi invisible, y que no han vuelto en muchos años a reeditarse (La caza sutil, Sólo para fumadores y Dichos de Luder, entre otros).